Os dejamos con el relato.
“
Milagros y favores recibidos
En el año 1855 se presentó en este
pueblo el Cólera morbo haciendo terribles estragos como en todos los pueblos
circunvecinos: todos atemorizados acudimos presurosos al Santísimo Cristo, se
bajó de su trono y a todas horas estaba el templo lleno pidiendo Clemencia. Los
niños de corta edad, atemorizados, también nos reunimos y todos juntos nos
postrábamos ante el Santísimo Cristo rogándole se compadeciera de nosotros e
hiciera desaparecer el terrible azote. No satisfechos con esto, acordamos
reunirnos todos los días en una habitación y teniendo allí la imagen del
Santísimo Cristo podíamos orar más libremente y cantar a nuestras anchas el
Credo y otros cánticos alusivos al acto. Todos acariciamos esta idea y un niño
de nueve años hijo de un Señor principal nos ofreció que fuera en su casa.
Inmediatamente fuimos todos allí y colocando nuestro
santo Cristo, con el mayor fervor hacíamos nuestros ruegos. Un día nos
sorprendió su padre y nos dijo: Hijos míos, lo que estáis haciendo me agrada
mucho, tal vez el Santísimo Cristo atienda vuestros infantiles ruegos; pero
aquí no estáis bien, voy hacer porque os preparen otra habitación, e
inmediatamente puso a nuestra disposición la mejor sala de su casa. Allí
cantábamos el Credo con la afinación mas exquisita; yo no se lo que pasaba
entonces por nuestras almas y ahora que lo escribo mis ojos no pueden contener
las lágrimas.
A
los pocos días desapareció por completo el terrible azote sin que ninguno de
los muchos niños que nos juntamos ni de nuestras familias hubiera ninguna víctima:
el total de defunciones fueron sesenta y ocho, número insignificante para una
población de cuatro mil almas y en la proporción con que empezó los primeros
días.
Se
cantó un solemne Te Deum en acción de gracias al que asistió todo el pueblo con
sus autoridades y se preparó para hacer la función al Stmo. Cristo con todo el
esplendor que se pudiera y todos a porfía allegaban sus recursos: los
carpinteros y artistas se ocupan de hacer un grandioso arco el que adornado con
hermosos objetos que trajeron de Madrid, lleno de luces y ángeles con ramos de
flores en las manos resultó lo más sublime y sorprendente.
Año de 1885
En este año apareció en este pueblo
el cólera morbo haciendo terribles estragos. No sé si tendré fuerzas y si la emoción me
dejará para poder escribir algo de lo mucho que había de escribir sobre ello
por haber sido testigo presencial de todas las aflicciones de este pueblo, de
los estragos causados por el terrible azote y de la gran Misericordia del
Santísimo Cristo derramando abundantemente sus beneficios sobre este vecindario
y más particularmente sobre mí, a pesar haberlo ofendido muchas veces.
Por efecto de la revolución y de los tiempos, este pueblo se olvidó de los muchos beneficios obrados por la Santa Imagen en su favor, se miraba con indiferencia los actos religiosos y hasta se blasfemaba en las calles por criaturas que apenas sabían hablar.
En esta época aparece la terrible epidemia con los caracteres más alarmantes. A mí me hacen cargo del Juzgado como secretario del mismo, que he de acompañar al Alcalde y además auxiliar y acompañar al Notario para lo cual estaba también autorizado para el otorgamiento de los testamentos en virtud de un real decreto.
En tan gran aflicción el Pueblo pide que se baje el Stmo. Cristo de su Trono y tan pronto como se hizo se llenó el Templo de todo el vecindario: allí con el mayor fervor y derramando lágrimas pedían perdón e imploraban su Clemencia. Yo también me acojo en lo más escondido del Templo por no llamar la atención y que me asedien a preguntas: allí retirado pedía con lágrimas al Stmo. Cristo de la Viga socorriese a su querido Pueblo que humillado y contrito pedía se apiadase de él; si en otro tiempo y cuando yo era niño escuchasteis benignamente nuestros infantiles ruegos, hoy nos acercamos al Trono de Nuestra Misericordia, puesto que sois el Refugio de los pobrecillos pecadores que os buscan, dadme vuestra gracia y prestadme vuestra ayuda para cumplir bien con mi cometido y si he de sucumbir llevarme con Vos a vuestra Gloria.
Por efecto de la revolución y de los tiempos, este pueblo se olvidó de los muchos beneficios obrados por la Santa Imagen en su favor, se miraba con indiferencia los actos religiosos y hasta se blasfemaba en las calles por criaturas que apenas sabían hablar.
En esta época aparece la terrible epidemia con los caracteres más alarmantes. A mí me hacen cargo del Juzgado como secretario del mismo, que he de acompañar al Alcalde y además auxiliar y acompañar al Notario para lo cual estaba también autorizado para el otorgamiento de los testamentos en virtud de un real decreto.
En tan gran aflicción el Pueblo pide que se baje el Stmo. Cristo de su Trono y tan pronto como se hizo se llenó el Templo de todo el vecindario: allí con el mayor fervor y derramando lágrimas pedían perdón e imploraban su Clemencia. Yo también me acojo en lo más escondido del Templo por no llamar la atención y que me asedien a preguntas: allí retirado pedía con lágrimas al Stmo. Cristo de la Viga socorriese a su querido Pueblo que humillado y contrito pedía se apiadase de él; si en otro tiempo y cuando yo era niño escuchasteis benignamente nuestros infantiles ruegos, hoy nos acercamos al Trono de Nuestra Misericordia, puesto que sois el Refugio de los pobrecillos pecadores que os buscan, dadme vuestra gracia y prestadme vuestra ayuda para cumplir bien con mi cometido y si he de sucumbir llevarme con Vos a vuestra Gloria.
Así salía del Templo
fortalecido y haciéndome fuerte para alentar a los demás: el número de atacados
se aumenta considerablemente y las defunciones son cuatro o cinco diarias; el
pánico que se apodera de la población es indescriptible; pues en todas partes
no cesan los clamores y ruegos al Santísimo Cristo y a su Santísima madre María
Santísima como madre también de los pecadores y que al efecto la habían
colocado junto al Stmo. Cristo para que implorase por ellos el perdón. Si
hubiera de referir todas las escenas de dolor y angustias que presencié sería
interminable, solo referiré alguna de ellas para recordar el estado de
abatimiento que llegó la población. El día 10 de Septiembre fueron a pedirme la
licencia de enterramiento para un fallecido del cólera y deseaban que fuera
inmediatamente a la casa del fallecido, pues la esposa de este se hallaba muy
grave y teniendo tres huerfanitos los deseaba hacer testamento y quería
consultar conmigo, fui allá y encontré en la cocina a los tres huérfanos
llorando sus desgracias: en la habitación contigua estaba la madre gravísima y
una hermana que la asistía; otorgó sus testamento suplicando al Santísimo
Cristo de la Viga protegiendo a sus tres huérfanos y pidió se le administrara
la Santa Unción. La hermana que la asistía estaba allí como petrificada sin
atreverse a dar el menor suspiro por no acongojar más a la enferma; al concluir
salió conmigo y allí dio rienda a su llanto y con el mayor dolor y fervor de su
alma decía “ Santísimo Cristo de la Viga, ten piedad de nosotros, protégenos
por tu Santísima Madre refugio de los desterrados en este valle; acaban de
sacar el cadáver del padre de esas infelices criaturas y mi hermana está para
espirar ¿en que situación quedarán esos pobres desgraciados? Mi hermano hace
unos días que falleció y ahora me dan la triste noticia de que mi madre está
también a punto de la muerte y no podré ir a darla el último adiós por no
abandonar este cuadro tan desgarrador ¡Dios mío, Dios mío, le suplico vaya por
allí y vea si algún remedio pueden encontrar. Fui aquella casa y encontré otro cuadro tan triste y
desconsolador; fallecieron madre e hija.
Al
día siguiente y desde mi apartado sitio en el Templo veo todo el Pueblo
postrado ante el santo Cristo con abundantes lágrimas implorando su clemencia.
No sé lo que entonces pasaba por mí: los tristes acontecimientos que yo había
presenciado y el espectáculo que presentaba el Templo, era para caer muerto en
el acto.
¿Era posible que el Santísimo Cristo de la Viga se mostrara sordo a tantos clamores? No.
El día 24 de Septiembre a la una de la madrugada fui llamado por la familia de (…), con toda urgencia para hacer su disposición testamentaria fui allá y encontré toda la familia llorando en el patio: pasamos a la habitación del enfermo el médico y yo encontrándolo muy mal; con toda ligereza recogí su voluntad testamentaria y casi sin aliento de vida, con una voz que parecía salir del fondo de su alma, dijo: “Santísimo Cristo de la Viga ampárame”. Salimos de allí muy impresionados para dirigirnos a otra parte y el médico me dijo que le quedaban muy pocos instantes de vida.
Al amanecer de aquel día esperaba a que fueran a por la licencia de enterramiento, pero me dijeron que aún no había muerto; fue mejorando hasta quedar completamente sano y vivió después varios años. La familia rinde gracias a la Sagrada Imagen y la caja que tenían preparada la colocaron junto al altar del Stmo. Cristo para perpetuar el favor recibido.
El día tres de Octubre yo me presenté en el Templo junto a la venerada Imagen: todos me miraban y deseaban adquirir noticias les dije: “El Santísimo Cristo ha escuchado nuestras oraciones y atendido nuestros ruegos”; ayer no hubo ninguna defunción, hoy tampoco y solo hay cuatro o cinco atacados que según me dicen los médicos van mejorando: creo que ha desaparecido la epidemia y dentro de pocos días se cantará el Te Deum en acción de gracias; yo me he anticipado hacerlo y vengo a rendir gracias al Stmo. Cristo; de todo lo cual se regocijaron todos y enseguida se cantó el solemne Te Deum que asistió todo el Pueblo. La epidemia duró todo el mes de Septiembre y ocurrirían 64 defunciones 54 del cólera y las diez restantes de otras enfermedades= invadidos hubo más de la mitad del pueblo.
Con este ejemplo ha de crecer el fervor y devoción a esta Santa Imagen siendo de esperar que así lo hagan las generaciones venideras y sobre todo desterrar por completo de este pueblo el horrible vicio de la blasfemia que tantos males ocasiona=”
¿Era posible que el Santísimo Cristo de la Viga se mostrara sordo a tantos clamores? No.
El día 24 de Septiembre a la una de la madrugada fui llamado por la familia de (…), con toda urgencia para hacer su disposición testamentaria fui allá y encontré toda la familia llorando en el patio: pasamos a la habitación del enfermo el médico y yo encontrándolo muy mal; con toda ligereza recogí su voluntad testamentaria y casi sin aliento de vida, con una voz que parecía salir del fondo de su alma, dijo: “Santísimo Cristo de la Viga ampárame”. Salimos de allí muy impresionados para dirigirnos a otra parte y el médico me dijo que le quedaban muy pocos instantes de vida.
Al amanecer de aquel día esperaba a que fueran a por la licencia de enterramiento, pero me dijeron que aún no había muerto; fue mejorando hasta quedar completamente sano y vivió después varios años. La familia rinde gracias a la Sagrada Imagen y la caja que tenían preparada la colocaron junto al altar del Stmo. Cristo para perpetuar el favor recibido.
El día tres de Octubre yo me presenté en el Templo junto a la venerada Imagen: todos me miraban y deseaban adquirir noticias les dije: “El Santísimo Cristo ha escuchado nuestras oraciones y atendido nuestros ruegos”; ayer no hubo ninguna defunción, hoy tampoco y solo hay cuatro o cinco atacados que según me dicen los médicos van mejorando: creo que ha desaparecido la epidemia y dentro de pocos días se cantará el Te Deum en acción de gracias; yo me he anticipado hacerlo y vengo a rendir gracias al Stmo. Cristo; de todo lo cual se regocijaron todos y enseguida se cantó el solemne Te Deum que asistió todo el Pueblo. La epidemia duró todo el mes de Septiembre y ocurrirían 64 defunciones 54 del cólera y las diez restantes de otras enfermedades= invadidos hubo más de la mitad del pueblo.
Con este ejemplo ha de crecer el fervor y devoción a esta Santa Imagen siendo de esperar que así lo hagan las generaciones venideras y sobre todo desterrar por completo de este pueblo el horrible vicio de la blasfemia que tantos males ocasiona=”
…Continuará…
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